20 marzo 2021
Desde el balcón de mi apartamento, se puede ver que hay un pequeño bosque a la vecindad. Siempre había tenido curiosidad por verlo más de cerca. Creo que es el único pedazo de bosque que tiene la ciudad.
Un fin de semana me quedé en mi casa y estaba muy aburrida. Decidí irlo a explorar. Me salté la pared y me quedé maravillada con el bosque del lugar.
Árboles enormes y mucho verde. Estuve caminando por el terreno hasta que encontré una casita.
“¡Ups! Creo que es momento de irme”
Desde mi balcón no se puede ver esa casa pues está cubierta de vegetación. Así que me sorprendí que alguien pudiera vivir ahí. El sitio se miraba abandonado.
La semana siguiente, muerta de curiosidad, decidí averiguar quién vive ahí. Pase comprando unas champurradas, como símbolo de paz al que fuera que habitara en ese terreno, y me dirigí al punto que pensé podía ser la entrada principal. Toqué varias veces la puerta pero nadie me abrió.
A la vecindad del terreno, hay un taller de carros. Le pregunté a uno de los mecánicos si sabía algo de los habitantes del terreno. Me dijo que era un “doncito medio canchón”. Me alivió saber que no era ningún grupo de mareros o delincuentes, sino un viejito inofensivo. Me dijo que vivía solo pero que normalmente no le abre a nadie.
Decidí regresar el siguiente día. A mi suerte, nos cruzamos justo en el momento preciso. Se me quedó viendo con cara de: “¿y usted quién es?”. Le dije:
"Soy su vecina y vengo en son de paz. Puedo ver su jardín desde mi balcón y me llama muchísimo la atención saber quién podría vivir ahí."
En ese momento saqué las champurradas y sé las ofrecí.
“Solo quiero conocer a mi vecino” - le dije.
Sonrió y asintió. Me dejó pasar y me empezó a enseñar su jardín. Me habló de sus plantas y cómo algunas las había sembrado hace 40 años y otras son residentes del lugar “desde siempre”.
“Tengo muchos enemigos, empezando por los gatos y este perro. ¡Wuah! ¡Canelo quitate!”
Canelo, el perro, tendrá unos 2 meses calculo. Me alegró ver tantos animalitos con los que podía jugar.
El terreno estaba claramente descuidado. Parecía como si estuviera abandonado. Un carro completamente cubierto de moho y la casa con una parte del techo casi colapsado. Una pila enorme blanca con azulejos azules. Se notaba que era muy antigua. También vi un rótulo que decía:
Villa Lolita
“Ese es el rótulo original de la finca” - me dijo al percatarse que me fijé en el rótulo.
El lugar realmente parecía de otra época. Pasamos a lo que parecía ser la cocina y la sala de la casa.
Ahí, nos sentamos cada uno en una silla de plástico y empezamos a platicar. Mejor dicho, lo escuché platicar. Luego de vivir con mis abuelos por 5 años, aprendí que lo único que hay que hacer con los viejitos es escucharlos,
Supe que estudió Ingeniería civil, fue maestro y decano en una universidad; viajó bastante por europa, sus papás son Guatemaltecos; tiene un hermano pequeño; es católico fervoroso; que le encanta la música y tocar piano.
Me dio mucha risa cuando me enseñó una partitura y me preguntó:
“¿Usted sabe qué dice ahí?”
Tears in Heaven
“Sí, se traduce como Lágrimas en el Cielo. Es de un artista de rock muy famoso. Se llama Eric Clapton”
“¡Ahhhhh qué interesante ve!”
No me habló de hijos, nietos, esposa ni sobrinos. Nada. No quise presionarlo tampoco. Solo me habló de una que otra aventura que tuvo de joven en sus viajes y de varios sueños que quiere cumplir.
Uno de ellos es tocar el órgano de la Catedral. Otro es poder hacer un concierto de piano al mundo por medio de “WhatsApp”.
Me contó cómo su mamá le gustaba cocinar y que publicó un libro de cocina.
“La salsa Bearnesa es de las más difíciles de hacer. No cualquiera lo hace bien. Es en honor a la capital de Suiza, Berna”.
Le pedí que me tocara el piano.
Me preguntó cuáles eran mis compositores favoritos. Le dije que me encantaban Chopin, Beethoven, Liszt, Debussy.
Se me quedó viendo un poco indignado:
“¿Por qué no me mencionó ningún compositor Guatemalteco?” - y comenzó a tocar Fiesta de Pájaros de Jesús Castillo.
Realmente me conmovió el alma verlo tocar. Se me salieron las lágrimas.
En total, interpretó tres piezas. Luego me pidió que le tocara algo de piano. Me puse nerviosa porque llevaba mucho tiempo sin tocar piano.
Hice lo que pude y creo que quedó contento con la primera que le interpreté pues me pidió otras dos más. Realmente doy gracias a mi mamá por insistir en que aprendiera a tocar piano y a mi maestra por enseñarme el poder que tiene la música para conectar a la gente.
Luego de eso, pareció relajarse por completo conmigo. Me invitó a tomar Coca Cola y a comer una de las champurradas que le había traído.
A todo esto, yo tenía planeado ir a una fiesta y ya me habían escrito que pronto pasarían por mi Le dije que me tenía que ir.
“¿Usted tiene teléfono? ¡Tal vez pueda venir aquí para que le toque el piano a su familia!”
Le dí mi número por supuesto y le dije que vendría a verlo el domingo para tocar con piano y aventurarme al jardín.
“Es que el jardín está muy enmontado y se va a perder. ¿Pero sabe que? ¡Tengo dos pitos! Le voy a dar uno y yo me quedo con el otro. Practicamos código morse para que usted no se pierda y yo saber que está bien en el bosque!”
Pegué una carcajada. Me dio mucha ternura.
“¡Claro! ¡Vengo el domingo y practicamos!”
Me despedí y me fui a la fiesta.
Este suceso se quedó conmigo durante toda la fiesta y la verdad no pude pensar en nada más. Se la conté a un amigo que estaba ahí.
“¡Escribí un blog! ¡La historia es demasiado buena!” Y heme aquí haciéndolo.
Tal vez piensen que estoy loca por todo lo que hice, pero realmente no me arrepiento de nada. Por alguna razón mi corazón me guió a conocer ese jardín y por ende a conocerlo a él.
Veré cómo se desarrolla la relación y cómo prospera la amistad.
De momento, estoy feliz de encontrar un sitio cerca de mi nuevo hogar donde pueda practicar piano y liberar mi espíritu aventurero libremente en la ciudad.
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