26 marzo 2021
Una salsa a base de huevo, mantequilla clarificada, limón y el toque especial de Estragón. No sabía de su existencia hasta que mi vecino me la mencionó. Le pedí a un amigo chef si me la podía preparar. Él con gusto lo hizo y guardé un poquito para llevársela a mi amigo (por cierto, mejor salsa bearnesa en Kabel ).
“ ¡Adivine qué conseguí!” - le dije por teléfono
“¡Salsa bearnesa!” - exclamé
“¡Oh! Qué maravilla. ¿Va a venir mañana?” - me dijo emocionado
Llegué el lunes muy puntual y cuando me abrió, pude ver que estaba un poquito más arreglado que la última vez. Pasamos adelante y me ofreció vino blanco de caja.
“¡Es vino barato pero hay que tomárselo rápido sino se va a calentar!”
Para no hacerles larga la historia, nos tomamos toda la caja de vino y los dos paramos un poco jalados. La borrachera hace que a todos se nos afloje la lengua, pero cuando eres un viejito cuya mayor ilusión es contar historias, las palabras salen a borbotones y de forma muy simpática. Contó chistes, se rió y lloró. Yo me reí y también me conmovió muchísimo.
Me habló mucho de su mamá. Creo que fue la mujer más importante en su vida. Me habló con mucha nostalgia y tristeza de ella.
“Cuando estaba muriendo, le pedí que me llevara con ella, pero no lo hizo. Sigo aquí.” - me dijo triste y con lágrimas en los ojos.
Me contó también que no se lleva muy bien con su hermano. Dice que se pelearon hace unos años. Que su hermano llegó al punto en que le quitó las llaves de la casa y no lo quería dejar entrar. Dice que luego de esa pelea se contentaron pero que ya casi no se ven porque su cuñada ha estado enferma.
Mi hermana me hizo la sabia recomendación de pedirle permiso sobre escribir este blog. Consejo que decidí tomar. Viendo el momento oportuno para alivianar un poco la conversación y salir de ese asunto pregunté:
“¿Sabe usted lo que es un blog?”
“Si si claro” - me dijo
“Pues yo tengo un blog y quería pedirle permiso si podía escribir sobre usted y cómo nos conocimos.”
“Ah pues.. ¡Esta bueno! ¡Total yo no tengo muchos recuerdos en fotografías y no tengo una esposa que me pueda decir que no se puede!”
Me hizo feliz saber que tenía su aprobación. Me cuesta creer que el señor nunca haya estado casado pues es muy elegante y astuto:
“Ahora tengo como a 5 amigos que estoy llamando por whatsapp al rededor del mundo.”
“¡Wow, qué increíble!” - le respondí
“¡Es increíble! ¡Ahhh verdad que dije re bien el piropo! Me salió muy elegante. Nadie me cree que yo soy chispudo para esas cosas. Jajajaja”
Tal vez es viudo, pero no me ha contado ninguna historia sobre algún amor o algo parecido. Por el momento sé de forma definitiva que no tiene esposa y por ende, hijos (al menos no reconocidos).
Luego de platicar un poco, me puse a cocinar los huevos con la salsa bearnesa. El viejito estaba maravillado con la salsa:
“¡Dígale a ese su chef que la salsa está espléndida! Esa es la palabra: ¡espléndida!”
“A ver qué día nos invita a su restaurante. ¡Pregunte cuánto cobra!”
“Pero bueno, ahora dígame, ¿cómo es que usted paró aquí en mi casa?”
No tuve más remedio que decirle la verdad. Que entré sin derecho a su propiedad hace unas semanas y solo así me di cuenta que alguien vivía ahí. Que por mucha curiosidad decidí investigar quién era el vecino misterioso.
“La curiosidad mató al gato. Gracias a Dios no soy gato. Resultó que el que vivía en medio de este bosque era usted. Un viejo inofensivo” - le dije finalizando mi historia.
“¡OHHHH! ¡Jajaja mire pues! ¡Una intrusa!” - exclamó en risas.
También me habló mucho sobre sus días como profesor de música en la USAC. Me dijo que no le gustaba hacer exámenes aburridos o convencionales.
“Una vez tenía que examinarlos sobre el himno nacional de Guatemala. El examen fue así: ¡los hice que cantaran el himno nacional en una camioneta pública! Como me alejaron, pero a la fecha dicen mis alumnos que se recuerdan re bien de esa experiencia.”
Me tenía que ir. Era lunes y tenía más cosas que hacer, pero me dijo al final:
“Pues me alegra que haya venido.” Y eso me alivió mucho la verdad. Saber que mi presencia le alegraba el día.
Durante la semana, el volcán Pacaya estuvo liberando ceniza y deduje que el pobre viejito iba a necesitar ayuda.
El viernes lo volví a ver. Liberé toda mi agenda para pasar la mayor parte del día con él con la única misión de poder limpiar y ordenar un poco su casa.
Llegué a eso de las 10:30 de la mañana con todos mis utensilios de limpieza, dos cervezas y frambuesas listos (me dijo que nunca había probado las frambuesas y eso tenía que cambiar).
“¿Bueno por dónde quiere que empiece?”
Empecé a limpiar la pila. Creo que es su parte favorita de la casa. Me pidió que tuviera mucho cuidado con los azulejos.
“Gracias a dios usted es ligera. Alguien más pesado los podría romper.”
Eso me tomó como 25 minutos. Luego me pidió que quitara las hojas del techo. El techo de esa parte de la casa es de lámina y tiene unos pedazos transparentes. Cubiertos de hojas no cumplen su función principal que es dejar entrar luz a ese espacio. Así que agarre una escalera y a barrer el techo.
También empecé a sacar periódicos viejos en bolsas de basura, zapatos mojados y otro montón de cosas que ni sé por dónde podría empezar a describir.
“¡Siéntese! Me canso solo de verla trabajar tanto”
Nos tomamos las cervezas que había traído y luego lo invité a almorzar. Lo quería llevar a un buen restaurante. Siempre me está diciendo que es amante de la alta cocina y algo me dice que la mayoría de días no ha de comer mucho por lo flaco que está.
Lo llevé a Jakes que está en el Centro Comercial La Estación. Y adivinen que había en el menú….. ¡Salsa bearnesa! ¡Por supuesto que eso pedimos acompañado de un bistec y pescado!
(Mi vecino no tiene muchos dientes y le cuesta comer comida muy dura por lo que el pescado estuvo perfecto)
En el restaurante se puso a platicar con los meseros, con otros clientes y claro, con el famosísimo Jake.
Los clientes me decían que “qué linda yo por sacar a mi abuelito a pasear y a comer”. No les quise contradecir. La historia es muy larga y algo extraña: “Es que fíjese que no es mi abuelo. Es mi vecino que conocí porque traspasé su propiedad y así es como nos conocimos”.
Sin embargo, hace poco, mientras estaba escribiendo esta parte del blog, me llamó por videollamada. Me dijo:
“Los mecánicos de la vecindad me preguntaron si usted era mi sobrina. Yo les dije que sí. Solo para tener las historias alineadas oye.”
Bueno…. Problema resuelto. Es mi tío abuelo lejano.
Lo convencí de que contratara a alguien que lo ayude con el mantenimiento de su casa. Realmente me da mucha pena en las condiciones en las que esta viviendo. Espero no cambie de opinión. Siempre me anda diciendo:
“No quiero que la gente esté enterada como esta la cosa aquí dentro”
La otra semana vendrá un jardinero que solía trabajar para mi abuelita y que es de mucha confianza. Espero acceda a la ayuda.
Esta historia continuará……
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