Esto sucedió hace mucho tiempo pero me doy cuenta que dejé el último capítulo con un poco de suspenso respecto a sus dientes. Tenía planeado escribir este capítulo en su momento. Es decir: ¡Hace 2 años! ¡Uffff! ¡Cómo pasa el tiempo de rápido!
Pero bien dice el dicho: “más vale tarde que nunca”.
En fin…... .Como describí en el último capítulo, le había propuesto a Roberto ir con una amiga que estaba estudiando odontología en la Marroquín a revisarle sus dientes, o lo que quedaba de ellos realmente. Los estudiantes de odontología tienen que realizar muchos casos de práctica para poder graduarse. Entre estos casos tienen que haber niños, adultos y adultos mayores. Don Roberto cabía muy bien en esta última categoría y podría salir más barato que ir a una clínica.
Me puse en contacto con mi amiga y coordinamos una fecha y una hora para llevar a Roberto. Ella ya había leído el blog en su momento y me dijo que estaba feliz de ayudarle.
Me acuerdo que pasé por él en mi carro. Él llevó su DPI y un poco de dinero en efectivo. Yo insistí en que yo pagaría el parqueo y cualquier otra cosa que se necesitará.
Entró a la sala de examinación y recibimos el diagnóstico de mi amiga:
“Va a necesitar una plaquita.”
“Ah va y ¿qué implica eso?” - me acuerdo que le pregunté
“Pues necesitaría una cita para poder hacerle el molde y luego mandarla a hacer. Esto lleva un poco de tiempo” - me dijo con un tono agudo y dulce.
Me acuerdo que en este punto hubo algo dentro de mi que me dijo: “Paula, estás asumiendo demasiada responsabilidad con el viejito.”
“Bueno. Yo voy a irme a un viaje muy pronto y no puedo llevarlo. ¿Cree que usted podría darle seguimiento a su caso?” - le dije
“¡Si, si! ¡Estoy feliz de ayudarle! Solo me dice en dónde vive y podría coordinar para que lo pasen a traer.” - me dijo, (Tan linda ella, ahora que me acuerdo mientras escribo esto).
“Bueno, entonces así quedamos. Estaré pendiente de cómo termina el rollo. Me avisa cualquier cosa. Espero que logre sacar las plaquitas.” - proclame, dando por concluida la visita.
Habían pasado unas dos o dos horas y media para este punto. ¡Estaba exhausta!
Lo pasé dejando a su casa. Nos despedimos.
Y esa fué la última vez que lo ví.
Con Roberto de la Rosa Sánchez estudiamos juntos en la facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos. Era un buen estudiante. El papá de Roberto era don Raúl de la Rosa y trabajó muchos años en la Imprenta Sánchez & De Guisse, que quedaba en la 8a. Avenida entre 12 y 13 calles de la zona 1, de la ciudad capital. El hermano de su mamá se casó con mi tía María Victoria Catalán Zenteno habiendo tenido dos hijas Estela Sánchez Catalán y María de la Luz Sanchez Catalán, únicas primas mías. Me gustaría saludar a Roberto. Deseo que se encuentre bien de salud. Atentamente. Ricardo Enrique Catalán Cuéllar.